[Escrito en su día].
Luis Moreno Mansilla
ha muerto.
En la dedicatoria a
su abuelo en su tesis publicada [‘Apuntes de
viaje al interior del tiempo’. Ed. Fundación Caja de Arquitectos. Barcelona
2002],
Luis escribió:
“Murió como a todos nos gustaría morir, de
improviso, mientras dormía”.
Se me ha hecho un
nudo en la garganta.
Ya he escrito un
pequeño réquiem por él: 'Que la materia te sea leve, Luis'.
‘Un tipo excepcional’ – me evoca Emilio.
No puedo seguir ahora.
(…)
El mirar deforma la materia.
De aquel viaje interior de hace un decenio, basado en un acercamiento de
miradas con el pasado, que él define como “el
encuentro de algo que andamos buscando, sin saber qué es con exactitud”, quizás
una presunta instalación del hombre en la Cultura, extraigo una idea que ya me
ha seducido más veces: “la Arquitectura no
es sino la vida que se finge Naturaleza”.
Su epílogo, oportuno hoy, termina: “toda tristeza
no es sino una parte de la felicidad de otro tiempo”.
En 2010, en Ediciones Asimétricas publicaron, al alimón, ‘Conversaciones de viaje’. Un bolsillo
de tiempo donde se recogen reflexiones al socaire de sus desplazamientos
profesionales. Por ejemplo a Vigo para plantear su boîte à miracle a la fundación Barrié coincidiendo con los
tentáculos del chapapote y escriben realistas y lúcidos: “Los arquitectos poco pueden hacer contra el sufrimiento colectivo…”
Otro viaje conversado que finaliza con una foto de Luis sonriendo.
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