Los informes PISA tienen su talón de Aquiles en el sesgo
económico que el organismo encargante (a empresas multinacionales con ánimo de
lucro), la OCDE, potencia. La lógica de la OCDE, y por tanto la de sus
informes, es la de la competitividad económica y mercantil.
Como advierte al
respecto la profesora malagueña Carmen Rodríguez, se invierte en capital humano
para reducirlo a rendimiento de trabajo y competencia entre estudiantes.
Es
preferible que la evaluación se hiciese por organismos como la Unesco que con
el objetivo de mejorar la educación puede más adecuadamente valorar la
formación más integral y democrática de los ciudadanos.
Y es que habría que tener en cuenta que, en democracia, hay
aspectos mucho más importantes que la mejora del empleo para la educación
pública, como explica el profesor Meyer, uno de los firmantes
del último escrito crítico sobre PISA: el desarrollo moral, creativo y artístico; la participación cívica, la
salud e incluso la felicidad.
[de El País, 09/05/2014]