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PARA UNA TOPOGRAFÍA
DE LA SOBERBIA ESPAÑOLA
(BREVE ANÁLISIS DE UNA PASIÓN)
“Desde hace años, la pleamar del estío me empuja hacia la tierra
vasca. Y siempre, al renovar el contacto con esta fuerte raza, surge en mí el
mismo proyecto: escribir algo sobre la soberbia española. Por la ruta que de
Castilla conduce a Vasconia se encuentra en Castil de Peones, poco antes de
Briviesca, la primera casa vasca. Es un cubo de piedra sin más adorno que un
alero y un escudo. Parece el alero premeditado exclusivamente para guarecer el
escudo. ¿Qué razón hay para que una y otra vez, al sesgar por delante de esta
arquitectura, reaparezca en mi meditación el tema de la soberbia española?
No se trata de una mera asociación de ideas, como tal caprichosa y
privada. Entre la idea de la soberbia española y la imagen plástica de la casa
hidalga vascongada actúan claras conexiones, llenas de sentido, que es interesante
escrutar y describir.
La soberbia es nuestra pasión nacional, nuestro pecado capital (…)
Esta soberbia adquiere en algunas regiones peninsulares, sobre todo en
Vasconia, formas extremas que no carecen de grandeza trascendente. El breve
análisis que sigue puede servir de contribución para que un día se haga la
topografía de la soberbia española. Este vicio étnico se extiende por todo el
territorio modulado en los giros más diversos, sólo aparente en unas tierras,
sólo subterráneo en otras. Pero yo creo que en el pueblo vasco se encuentra su
fórmula más pura y como clásica. El que ha visto bien la soberbia vasca tiene
una clave para penetrar en las demás soberbias peninsulares y puede abrir la
poterna que cierra los sótanos de la historia de España.
Mas ¿qué es la soberbia? (…)
Hay hombres que se atribuyen un determinado valor -más alto o más
bajo-mirándose a sí mismos, juzgando por su propio sentir sobre sí mismos.
Llamemos a esto valoración espontánea. Hay otros que se valoran a sí mismos
mirando antes a los demás y viendo el juicio que a éstos merecen. Llamemos a
esto valoración refleja (…) Para los unos, lo decisivo es la estimación en que
se tengan; para los otros, la estimación en que sean tenidos. La soberbia sólo
se produce en individuos del primer tipo; la vanidad, en los del segundo. (…)
El puro soberbio se basta a sí mismo, claro es que porque ignora lo
ajeno. De aquí que las almas soberbias suelan ser herméticas, cerradas a lo exterior,
sin curiosidad, que es una especie de activa porosidad mental (…) Las razas
soberbias son consecuentemente dignas, pero angostas de caletre e incapaces de
gozarse en la vida. (…)
El vasco cree que por el mero hecho de haber nacido y ser individuo
humano vale ya cuanto es posible valer en el mundo (…) En el vasco, la afirmación
que cada sujeto hace de sí mismo, fundado en los valores ínfimos humanos,
carece de todo fondo y atmósfera ideológicas o religiosas. Es una afirmación
que se nutre exclusivamente de la energía individual, que vive en seco de sí
misma y equivale a una declaración audaz de democracia metafísica, de igualitarismo
trascendente (…) En rigor, dentro de su mundo hermético y solipsista -cada
vasco vive encerrado dentro de sí mismo como un crustáceo espiritual- es el
superior y aun el único (…) De
los grupos étnicos peninsulares, sólo el vasco, a mi juicio, conserva aún
vigorosas las disciplinas internas de una raza no gastada (…)
La soberbia vasca -y en general española- no engendrará de sólito más
que pequeños hidalgos que anidan solitarios en su cubo de piedra, como el
constructor de esta casa en Castil de Peones, ni choza ni palacio, la primera
de estilo vascón que se topa conforme vamos de Castilla al golfo vizcaíno”.
José Ortega y Gasset
Revista de Occidente, septiembre, 1923.
* * *
Como escribe su secretario Fernando Vela en el prólogo del
libro* que recopila colaboraciones de Ortega en la ‘Revista de Occidente’, una producción selecta suya habría ido a
recalar en las páginas de la revista, pero algunos de estos ensayos se han
quedado enigmáticos (o generadores de dudas, como el de 1923 que se transcribe arriba) y cuando le pedía que los continuase el filósofo le
contestaba: “¡Hombre! Me obliga usted a
leer lo que he escrito. Como a usted le consta, eso no lo he hecho casi nunca”.
En todo caso, Ortega ha sido el mayor ‘suscitador de
temas’ entre los pensadores españoles de su tiempo y como dejó escrito en una
nota a pie de página en el número de julio de 1925 en su revista:
“Existe hoy en el mundo un
grupo de hombres, dentro del cual me enorgullece encontrarme, que hace frente a
la tradición empirista, según la cual todo acontece al azar y sin forma
unitaria, aquí y ahora de un modo, allá y luego de otro, sin que quepa hallar
otra ley de las cosas que el más o menos de la inducción estadística (…) Yo
espero mantener siempre lejos de mí el rebajamiento intelectual que suscita ese
modo de pensar y tanto halaga a las mentes inertes. La misión última del
intelecto será siempre cazar la «esencia», es decir, el modo único de ser cada
realidad”.
* Ortega y Gasset, J (1949).- Goethe desde
dentro. 2ª ed. Revista de Occidente, Madrid
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