Iconología de la torre de Babel [*].
“La lección del Diluvio no sirvió de nada. Los
hombres, que temían un segundo diluvio, hubieran podido construir, a semejanza
de Noé, una segunda arca; en cambio, decidieron fabricar una torre gigantesca cuya
cúspide llegara al cielo. Pero el Eterno, irritado por su orgullo, confundió su
lenguaje para que no se entendieran unos a otros y los dispersó por todos los
confines de la tierra.
Según la leyenda incluida en el Speculum
humanae Salvationis, fue el gigante Nemrod [cuyo nombre significa
rebelión] quien dirigió la construcción de la ‘torre de Babilonia’. Según el
Génesis (10, 8-12), Nemrod,
poderoso cazador, era el nieto de Cam. Sus éxitos cinegéticos se debían al hecho
de que llevara puesto un traje de piel confeccionado por Dios para Adán, que
Noé se había llevado al arca y del que Cam se había apoderado. Los animales que
veían a Nemrod vestido con esa piel de origen divino, se tendían en el suelo
delante de él, de suerte que no le costaba nada cogerlos. Al parecer, lo mató
su rival Esaú.
Nemrod en Khorsabad (by google)
La historia de cómo se construyó la torre de Babel
se halla extraída, igual que la tradición del Diluvio, de las civilizaciones
mesopotámicas de Caldea. Los israelitas habían visto, a orillas del Éufrates,
en tiempo del exilio, unos zigurats o pirámides de ladrillos unidos por
asfalto, coronados por un templo observatorio consagrado al culto del dios
Marduk al que se accedía mediante una barandilla exterior en forma de espiral,
que giraba en torno a seis u ocho pisos. Esta montaña artificial estaba
destinada a reemplazar, en la llanura de Mesopotamia, los altos lugares de
Armenia. La torre de Babel no es otra cosa que el zigurat de Babilonia.
Pero los israelitas no comprendieron el significado
de esos rascacielos. Para los caldeos, Dios desciende hacia los hombres. Ellos
le construyen una vivienda provisional. No piensan, en absoluto, desafiarle. De
ahí que los zigurats no fueran unos monumentos edificados por el orgullo, sino
un testimonio de fe de unos adoradores que sólo pensaban en preparar una
residencia temporal para su dios. Los israelitas interpretaron lo que era un
homenaje como un desafío prometeico a la divinidad.
Minarete de Samarra (by google)
Por otra parte, a los judíos exiliados en Babilonia,
les había sorprendido mucho la diversidad de lenguas que se hablaban en aquella
gran ciudad cosmopolita. Trataron de explicarla convirtiéndola en un castigo de
Dios. El milagro de la confusión de las lenguas es un relato etiológico
inventado para dar cuenta de aquella sorprendente diversidad de idiomas.
En el arte tipológico de la Edad Media, la confusión
de las lenguas (Confusio
Babilonica) mediante la cual detiene Dios la edificación del
rascacielos, se opone a la Pentecostés o descenso del Espíritu Santo sobre los
apóstoles que reciben el don de lenguas.
En la iconografía, los dos temas indicados por el
Génesis -construcción de la torre y confusión de lenguas- tan pronto se hallan
mezclados como yuxtapuestos. La diversidad de lenguas se expresa, en ocasiones,
por la diversidad de razas. Pueden distinguirse dos tipos de construcción: la
torre en que los pisos se van estrechando progresivamente hacia lo alto; y la
torre cuadrada o circular, con barandillas exteriores helicoidales. Se inspira
en modelos orientales. Este tipo de monumento fue adoptado por los pintores
flamencos. El célebre cuadro de Pieter Brueghel el Viejo que hay en el museo de
Viena, presenta unos detalles iconográficos interesantes: la torre en
construcción se eleva a orillas de un ancho río y aunque no haya alcanzado más
que siete pisos de altura, se inclina, a la manera de la torre de Pisa, como si
estuviera a punto de caer. Brueghel, que había estado en Italia, concibió la
torre de Babel como una torre colosal e inclinada. Para indicar la confusión de
lenguas, los constructores están señalándose la boca con el dedo, para decirnos
que ésta ya no les permite hacerse comprender.
Al igual que el templo de Jerusalén, la torre de
Babel suele ser un pretexto para mostrar la actividad de unas obras en
construcción. El tema desaparece casi por completo a partir del siglo XVII”.
[*] Réau, Louis.- Iconografía del
arte cristiano. Varios tomos. Ed. Serbal, Barcelona. 1996-2002.