A) Si se considera out
of joint... es decir: fuera de quicio, ¿de qué marcos
podemos decir que se desencajó el arte de vanguardia? pregunta Expósito.
Habría
que entender la vanguardia como un proceso de tránsito en el que el arte reduce
progresivamente la representación clásica a su grado cero. Cuando se decide romper
con la naturalización del vínculo entre la realidad y su representación
pictórica, al desvelarse por el contrario el carácter técnico de la
representación naturalista, se alcanza un umbral que viene caracterizado por
una aporía, una contradicción insoluble: la negación del vínculo
naturalista de la representación con la realidad externa al cuadro conlleva la
imposibilidad en términos absolutos de reanudar un vínculo con lo real en el
nuevo régimen de visualidad de la vanguardia no-objetiva. La obra de
arte se muestra a sí misma como
un objeto material autónomo.
El
cuadro como un artefacto concreto, es un elemento más de la realidad material
del mundo. Se imposibilita que la obra pueda seguir siendo percibida al
interior de un ritual y por tanto se desvanece el efecto
aurático. Ese artefacto que se muestra como un objeto material -que no representa a la realidad sino que es él mismo un objeto real- se veda a sí
mismo facilitar al espectador una relación con el mundo material que no sea la
estricta observación del objeto artístico en cuanto tal.
La
vanguardia ensaya desbordamientos del marco pictórico y construcción
experimental de otras realidades posibles que el espectador puede experimentar
habitándolas.
Ese
grado cero se puede encontrar, según Expósito, en El Lissitzky, quien
proyectó el pabellón de la URSS construido para la Exposición Internacional del Deutscher
Werkbund, en Colonia en el año 1928. El Lissitzky reunió un amplio equipo
de trabajadores artistas y no artistas para erigir ese pabellón. La URSS
debía mostrar el socialismo como un progreso de las condiciones de vida de la
clase trabajadora, con la ayuda del desarrollo industrial y económico del país.
El
profesor de arte Benjamin Buchloh calificó
como ‘arquitectura semiótica’ este soberbio artefacto. Se trataría de un dispositivo
de comunicación que incorpora a escala arquitectónica las formas experimentales
producidas durante la fase de laboratorio de la vanguardia.
[*] Vide Walter Benjamin, productivista. Marcelo Expósito.
Ed. Consonni. Bilbao, 2013.
[sigue]
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