[para Protactínio]
Bernhard, que llevaba
enterrado desde 1989, en que falleció de paro
cardiaco, se retuerce en su tumba.
Ciudad infame.
En 1998,
el Mozarteum, escuela universitaria de
música y arte de su ciudad, fue clausurado al descubrirse
una alta concentración de sustancias cancerígenas. Es el resultado de tres
meses de investigación, abierta a raíz de varios casos de leucemia entre
estudiantes y el personal del prestigioso conservatorio.
© Tipo Material
El Instituto de Genética de la Universidad constató
que el aire del edificio del Mozarteum,
construido en 1979, estaba
contaminado con un ‘cocktail venenoso’
de bifenilos policlorados (BPC) y ftalatos (sales del ácido ftálico utilizado
como plastificante). La concentración tóxica en el ambiente alcanzó la cifra de
270 nanogramos (un nano corresponde a una milmillonésima parte de un gramo) por
metro cúbico, supone un alto riesgo.
Lo alarmante es que estas sustancias son capaces
de provocar mutaciones genéticas. Y aunque no se pudo asegurar que fuesen éstas
las causantes directas de cáncer, tampoco se pudo descartar esa posibilidad,
según expertos en genética. En ese momento, los científicos no pudieron identificar
de dónde procedían las sustancias venenosas registradas en alta concentración
tanto en las moquetas, como en los paneles del aislamiento acústico, pero
aseguraron que habían sido esparcidas en todo el edificio a través del sistema
de aire acondicionado.
El cierre del edificio principal del Mozarteum -una institución de larga
tradición en la formación artística que fue fundada en 1841 en honor de Mozart- fue ordenado por el ministro de Ciencias.
[de la crónica de Julieta Rudich. ‘El País’,
18/10/1998, pág. 45].
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