Existe, de hace pocos años, en Internet una versión actualizada de la
fábula de ‘La cigarra y la hormiga’ atribuida
a Esopo y recreada por La Fontaine y Samaniego.
La hormiga trabaja todo el verano y se aprovisiona de
víveres para el invierno. Por el contrario, la cigarra se lo pasa cantando,
bailando y riendo. Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su hormiguero
donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.
Pero
pongamos que la hormiga es una codiciosa trabajadora cuya intención es almacenar mucho grano de la sementera, aprovechando que la cigarra sólo toma lo que
realmente necesita. Pongamos que la hormiga utiliza la astucia para acaparar
bienes sin descanso y luego especular con ellos.
Pongamos
que la cigarra canta para alegrar el ánimo a la hormiga y espera que ésta sepa
agradecérselo y la cigarra entiende que en la vida hay que trabajar para vivir
y no vivir para trabajar.
A la hora de la verdad cuando se recrudece el invierno, la
cigarra, sin comida y sin cobijo, ante la negativa de la hormiga a prestarle
ayuda y la recriminación por haber pasado el verano holgazaneando, organiza una
rueda de prensa en la que se pregunta por qué la hormiga tiene derecho a
vivienda y comida cuando quiere, cuando hay otros, con menos suerte que ella,
que tienen frío y hambre.
Los ciudadanos se sorprenden de que en un país tan prospero
como el suyo dejen sufrir a la pobre cigarra mientras otros viven en la
abundancia. Hay manifestaciones delante
de la morada de la hormiga. Los periodistas pergeñan una serie de artículos en
los que cuestionan como la hormiga se ha enriquecido a espaldas de la cigarra e
instan al gobierno a que aumente los impuestos de la hormiga de forma que las
cigarras puedan vivir mejor.
Los impuestos de la hormiga van aumentando y además le llega
una multa porque no contrató a la cigarra como ayudante en verano. Las
autoridades embargan el hormiguero, ya que aquella no tiene suficiente dinero
para pagar la multa y los impuestos. La hormiga abandona el país…
*
En la
actualidad, en que la lucha por la vida se ha acrecentado sobremanera,
vuelve a verse el sentido didáctico de la historia tal y como hoy transcurre de
verdad: el trabajo de la hormiga, como antes, se ve recompensado con su supervivencia,
aunque este trabajo tenga que pasar, por necesidad, incluso por la depredación
de la cigarra, cuya imprevisión se paga con la vida.
Y es que cuando la cigarra se acerca al hormiguero
despreocupada, las hormigas se la comen.
© T M
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