Vivo, estudio y trabajo, en una ciudad levítica y sufro sus consecuencias. Una ciudad triste donde la recepción de Jot Down y sus satélites o del último libro franco de Arcadi Espada se realiza por esotéricos y exotéricos de toda laya y condición. Por eso recupero, como pieza separada de sumario, esta mínima consideración, añeja y tangencial pero recocha.
La ciudad levítica. *
La ciudad levítica no es otra cosa que un pequeño núcleo urbano, enclavado
en un hinterland específicamente agrario que carece
de las condiciones necesarias para desarrollarse desde el punto de vista de una
modernización coherente.
Una ‘ciudad del interior’, con determinadas características: cohesionada,
pasiva, tradicional, perezosa.
La ciudad levítica se puede utilizar como modelo sociológico diseñado
en la literatura realista ibérica. En
el paso del siglo XIX al XX, este tipo de ciudades presentaban rasgos tanto
económicos como sociales absolutamente atávicos. El horizonte cultural e
ideológico no ha evolucionado. Las formas de vida, tampoco. No hay, por tanto,
industrialización ni cambio de mentalidad. El sistema de valores no difiere
esencialmente del vigente entonces. A esto hay que añadir una cualidad
primordial de estas ciudades y que condiciona, en gran medida, el desarrollo de
la vida cotidiana de los ciudadanos: el desequilibrio de su estructura social
debido al peso específico, amplio y desproporcionado, del sector clerical en una
localidad que aún sigue siendo, a pesar de su escasa importancia, sede (seo) episcopal.
Como ciudad administrativa, cumplirá una función esencial de cara a su ámbito
rural, pero con una economía claramente orientada hacia el sector servicios.
Sus clases medias tienen todas las características de una burguesía clásica:
pequeños comerciantes, funcionarios, profesionales etc. La burguesía industrial
es prácticamente inexistente. Las clases medias bajas dedicadas, a veces, a la
manufactura artesanal y las clases populares empleadas en el sector del
servicio doméstico en domicilios privados de gente adinerada o destinadas al
trabajo por cuenta ajena. En cuanto a la clase alta, siempre habrá en estas
villas varias familias pertenecientes a la baja nobleza local, fundamentalmente
rentistas, que pueden formar una cierta élite dirigente.
La ciudad levítica tendrá,
por consiguiente, una organización bicéfala. Sobre una base social formada por
clases populares muy débiles sobre las que se sitúan unas clases medias
igualmente desprovistas del sentido de la modernidad y sin proyectos de cambio,
dominarán dos grupos sociales: la ‘nobleza’ local y sobre todo, el clero. Entre
ambos se producen tensiones que, según los casos, determinan el predominio de
un grupo u otro, dependiendo de la mayor o menor evolución del proceso de secularización
de las distintas sociedades urbanas hispánicas y del color local de los políticos.
Una ciudad de provincias, pues, con un devenir histórico durante
setenta años, desde los inicios de la Restauración hasta la última guerra civil,
en el que se asientan algunos de los factores centrales que han dado sentido a
la contemporaneidad peninsular. Así,
la organización y extensión de la administración estatal en las
provincias;
la uniformización en los procedimientos políticos y sociales, capaz de
convivir con una profunda realidad local;
el desarrollo localizado de la primera industrialización en los años
finales del siglo XIX y su particular fracaso;
el desarrollo de los nacionalismos periféricos y
la progresiva importancia que adquieren los conflictos sociales, incluso
en ciudades tenidas por tranquilas.
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“Como en todas las ciudades levíticas, la tranquilidad es profunda, la paz es suave, los silencios líquidos”.
(Josep Pla).
* [vide Langa Laorga, Mª. A. (1994).- ‘Literatura y sociedad: la ciudad levítica, modelo
sociológico en evolución’. Cuadernos
de Historia Contemporánea. nº 16. Ed. Complutense. Madrid.
e Ibarrondo J. Mª. (1993).- Comentario bibliográfico de “La ciudad levítica. Continuidad y cambio en una ciudad del interior” de A. Rivera, Vitoria (1992). RIEV. Revista Internacional de los Estudios Vascos. Año 41. Tomo XXXVIII. Nº 2. págs. 193-196. Donostia].
e Ibarrondo J. Mª. (1993).- Comentario bibliográfico de “La ciudad levítica. Continuidad y cambio en una ciudad del interior” de A. Rivera, Vitoria (1992). RIEV. Revista Internacional de los Estudios Vascos. Año 41. Tomo XXXVIII. Nº 2. págs. 193-196. Donostia].