"Existe, desde luego, un hospital al que puede retirarse con honor
cualquier poeta malogrado como yo: la filosofía".
F. Hölderlin
(“Carta a
Neuffer” del 12 de Noviembre de 1798)
Morphing Martin Heidegger vs. Walter Benjamin.
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¿Es posible
colocar ahora, frente a frente, a dos de los filósofos alemanes más representativos
del siglo XX, cuyas perspectivas han marcado el desarrollo de la filosofía
contemporánea?
Aunque más
que confrontar sus respectivas obras, resultaría más interesante aún, descubrir
los vínculos que nos permitan comprenderlas como pertenecientes a un mismo
contexto socio-histórico y, por lo tanto, compartiendo un mismo horizonte de
temas y problemáticas.
Así, por
ejemplo, a partir de sus reflexiones en torno a la obra de arte, aunque tanto
para Benjamin como para Heidegger, el arte se convirtió en un mero pretexto
metodológico para plantear una serie de cuestiones que se han revelado
finalmente como las que realmente les interesaban.
Si bien no ha
quedado constancia de que ninguno de ambos pensadores tuviera acceso a las
reflexiones del otro, sus respectivas aproximaciones a la naturaleza de la obra
de arte compartirían, sin embargo, una serie de coincidencias que tal vez
habría que atribuir al propio clima de confrontación ideológica que caracterizó
a la época de su nacimiento. Como el propio Heidegger ha apuntado en varias ocasiones,
para que pudiera existir una discrepancia es preciso que existiese previamente
una cierta conformidad fundamental.
En el caso
que nos ocupa la realidad sería, sin embargo, la contraria y la innegable
relevancia de las coincidencias no sería sino la forma a través de la cual se
manifestaría una radical divergencia de fondo. Si, en el nivel primario de consideración
hermenéutica, se ha producido una coincidencia de perspectivas, éstas han nacido
simplemente de la constatación de un hecho cultural, cual es, que el arte se había
acabado convirtiendo en el último refugio de lo sacro frente a la insaciable
voluntad de desvelamiento que caracterizaba al pensamiento científico
ilustrado. Sin embargo en Benjamin, el arte muere de inanición en
un mundo en donde instrumentalidad y expresión no tienen por qué resultar contradictorios,
puesto que, realmente, desde un análisis materialista, no lo habían sido nunca
a lo largo de la historia. Y en Heidegger esta consecuencia se manifiesta de
una forma que podría aparecer contradictoria y que, finalmente, sólo es
paradójica con su reivindicación de la función oracular de la obra de arte, descabalgado al
sujeto de su preeminencia creadora, el arte pasaría a ser el arte del ser por
antonomasia.
Otra manera
posible de abordar sus semejanzas y diferencias a propósito de ese límite
incierto y arriesgado en el que la filosofía y la literatura se encuentran para
crear una relación compleja y enriquecedora es, por ejemplo, a partir de los
trabajos de Benjamin y Heidegger que fueron dedicados a interpretar la obra del
poeta Friedrich Hölderlin.
Heidegger,
al examinar la obra de Hölderlin que le permitiría comprender la pregunta por
el Ser, encontrará en la esencia de la poesía, al igual que Benjamin, la
determinación que igualaría el destino individual del poeta con el destino
compartido de un pueblo y su vínculo con lo “teológico- político” [término
usado por Benjamin en sus escritos].
Aunque, tal
vez, habría que señalar que la diferencia entre el pensamiento de Benjamin y
Heidegger al respecto, estribe en las consecuencias de estas proposiciones en
el ámbito de la 'política', pues a partir de ello podemos descubrir los efectos
políticos de su pensamiento filosófico, independientemente de sus
posicionamientos ideológicos concretos.
No obstante, ambos pensadores, a pesar de sus grandes diferencias, comparten la consciencia de la crisis de nuestra cultura,
ambos vuelven sobre el pasado para superar el presente, siendo entonces la ruptura
de la tradición una exigencia, para una interrupción de la historia,
en el caso de W. Benjamin,
como una condición para repensar el ser, en
el caso de M. Heidegger.