martes, 1 de octubre de 2013

Acápite del codicilo judeo-helenístico.

Un cas à part.
[A partir de George Steiner].

Heidegger encarnó, no sólo los aspectos ciertamente complejos y heredados del nazismo -la Selva Negra, la cabaña, su vestimenta rústica, podrían haber llegado a simbolizar y significar un potencial renacimiento de la barbarie teutónica-, sino la orgullosa convicción de que el alemán, la lengua de los grandes filósofos, podría por sí sola (junto con el griego antiguo) exponer y transmitir el pensamiento filosófico de primer orden. El patrimonio hebreo en la cultura occidental, tan vital para otros, jugó un papel casi inexistente en las fuentes de Heidegger.

Las líneas que relacionarían, en brillante precisión de las autoridades berlinesas, el ‘nazismo privado’ de Heidegger con los argumentos ontológicos y con las revisiones de otros filósofos, todavía no habrían sido dilucidadas con precisión responsable. En lo que no habría duda es en lo profundo de las implicaciones de Heidegger en la catástrofe alemana, en la gravedad de su caso y en las tácticas de evasión con las que se aseguró su estatus después de la guerra y en las que se erigió su encumbramiento.

Sus pronunciamientos sobre la ‘infección del judaísmo’ en la vida espiritual alemana, son anteriores a la ascensión de Hitler al poder. Los discursos que pronunció elogiando al régimen, su trascendente legitimidad y la misión del Führer, perduran en la ignominia, así como la decisión de un orgulloso Heidegger de reimprimirlos en su Introducción a la metafísica, famosa definición de los altos ideales del nacionalsocialismo. Otro apotegma, aún más célebre, ocurrió en una de las lecturas que Heidegger pronunció en Bremen, en la que equiparó la masacre de seres humanos, con la agricultura en serie y la tecnología moderna. Pero como la entrevista publicada por Der Spiegel aclaró meridianamente, Heidegger simplemente no estaba dispuesto a expresar cualquier opinión directa sobre la Shoah o sobre el papel que él desempeñó en el miasma retórico y espiritual del nazismo. Era un silencio formidablemente astuto.


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