lunes, 3 de agosto de 2015

Olvidar a Benjamin [IV].


Benjamin no expuso su estética de modo sistemático, como es característico sus observaciones se dispersan en sus textos. Sin embargo, sus ideas estéticas se concentran singularmente en el tema de la producción poética de un contenido de verdad que libera energías revolucionarias.
Como recoge Sarlo, Iluminaciones I incluye un ensayo célebre: "El surrealismo. La última instantánea de la inteligencia europea", de 1929, donde aparece la fórmula de las ‘iluminaciones profanas’ que (en oposición a las iluminaciones de la religión) muestran, en el trabajo poético de la imagen, la unión de elementos aparentemente lejanos cuyo encuentro produce una revelación y un impulso de reconversión del tiempo histórico. La iluminación profana capta la existencia de algo no visto antes, como es la potencialidad de conocimiento de lo estético. La condensación formal y semántica de la imagen produce un saber que es social pero que sólo lo es a través de lo artístico. Y este saber pone en movimiento un impulso revolucionario, de redención del pasado en el presente.
La dimensión filosófica de la crítica literaria benjaminiana se apoya en una trama de tesis que pertenecen a dos vertientes, una materialista, la otra mesiánica. Según escribe Sarlo, ninguna de estas vertientes prevalece del todo. Benjamin mantuvo siempre la tensión entre una perspectiva materialista y una dimensión utópica, moral, que debe capturar en el pasado la huella de la explotación (o de la barbarie, para decirlo con sus palabras) para redimirla.
La articulación de ambas perspectivas vuelve densa, convulsionada y muchas veces enigmática la ininterrumpida vocación interpretativa de Benjamin. De su relación con el surrealismo conservó el movimiento de leer el pasado como si fuera un sueño, donde lo viejo perdura como ruina y lo nuevo emerge como fragmento.
Pensar el pasado del modo en que emerge, muchas veces violentamente, en el presente. Descubrir de qué prehistoria está hecho el presente que muestra, en lo arcaico, los desgarramientos y las deudas con el pasado. No sin relación con su teoría de la memoria donde el olvido es más vasto y más estructural que el recuerdo y donde el recuerdo es sólo una aventura.
El presente (el capitalismo) tiene siempre un carácter enigmático y crítico. No es la histona el único enigma, sino la configuración actual que se manifiesta desarticulada como una pesadilla. Su forma de conocimiento es la imagen dialéctica. Entre estos dos extremos trabajó Benjamin, el de la manifestación de la historia como paisaje en ruinas y el de su conocimiento por medio de una escritura que fuera capaz de construir una imagen en tensión.
Adorno y Benjamin debatieron de qué modo podía construirse una mediación dialéctica entre los hechos materiales y los discursos. Adorno pensaba que Benjamin era poco dialéctico, que construía sus iluminaciones críticas uniendo extremos cuya articulación no exploraba suficientemente.
En Poesía y capitalismo, los objetos que eligió Benjamin ponen de manifiesto una originalidad radical. Nadie hasta entonces había pensado a la cultura tan profundamente sumergida en su medio material y urbano.
Estos ensayos descubren pistas novedosas como la captación de la dimensión cultural de las transformaciones materiales y urbanas o el descubrimiento (no existe otra palabra más exacta) de que ciudad y poesía moderna se implican como producciones simbólicas y se presuponen como experiencia.
Sin embargo, Iluminaciones II prácticamente fue condensado en una figura, la del flâneur, ese paseante urbano, consumidor, neurasténico y un poco dandi que, para Benjamin, sintetizaba la idea del anonimato en la ciudad moderna y en el mercado, espacios donde se imponen nuevas condiciones de experiencia.
Con Simmel, Benjamin compartió la sensibilidad moderna ante el shock producido en las metrópolis. Con Simmel, percibió también ese movimiento en fuga donde todo se vuelve transitorio.
Hay que recordar que las semejanzas le preocuparon tanto en literatura como en teoría del lenguaje. La semejanza, para Benjamin, no es identidad, porque, si lo fuera, perdería el carácter perturbador del parecido para instalarse en el momento reconciliado de lo igual. Encontrar semejanzas es construir una imagen crítica (en los dos sentidos de la palabra ‘crítica’).
Ya en el tercer volumen de las Iluminaciones, se incluye un texto citado hasta la extenuación, "El autor como productor", donde Benjamin establece una hipótesis moderna y modernista respecto de la relación entre literatura y sociedad, que la técnica literaria, como concepto que supera la idea de forma y de tendencia ideológica de los textos, hace posible un análisis materialista de la literatura.

[sigue] 
 

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