A. A. Universidad de Helsinki [google]
La arquitectura finlandesa presenta, como no
podía ser menos, rasgos particulares. Ha sido la Naturaleza, en su
sentido más genérico, la que la ha determinado de manera más profunda.
Finlandia
meridional es un bosque continuo de coníferas. Las edificaciones se construyen,
con materiales naturales, en los claros de ese bosque. Por otro lado, la vida
cívica de los países fríos tiende a llevarse al interior de los edificios, que
exigen, además, un vigoroso control de la luz natural y de la climatología
externa. Los edificios pueden verse como nacidos del exterior, de la energía
viva de su entorno. Y aunque las construcciones tengan un papel activo en el
paisaje, el lugar debe también actuar sobre el edificio. Esta relación entre
arquitectura y naturaleza no hace más que confirmar la autonomía del lenguaje
arquitectónico.
Pero también en la arquitectura finesa ha
representado un papel trascendental la Cultura, etimológicamente
considerada.
Ello
se manifiesta principalmente, en el importante núcleo de arquitectos
finlandeses adscritos, críticamente, al movimiento moderno, al que supieron
dotar de rasgos específicos incardinados en muchos casos en la tradición,
respetando suficientemente la historia de la arquitectura para no tener
necesidad de copiar sus ideas formales sino la lógica estructural y espacial de
la misma.
El caso paradigmático de Alvar Aalto, cuya figura se proyecta, con luces y sombras, sobre
todo el panorama arquitectónico finlandés hasta nuestros días, nos pone de
manifiesto como su primigenio naturalismo que caminaba hacia una organicidad
abstracta, se transforma en una síntesis tensa entre formas orgánicas,
articulaciones geométricas y soluciones espaciales que, a pesar de su
manierismo, es un factor de influencia, por la especifidad de su lenguaje,
reconocido por la mayoría de los arquitectos.
Pero la
arquitectura sólo puede ser comprendida a través de sus propias realizaciones.
Una fotografía no puede nunca atrapar la sensación real suscitada por el
espacio arquitectónico, aunque puede transmitir la imagen de los elementos que
constituyen dicho espacio.
De
todas formas, la visita del fotógrafo representa un momento culminante para un
edificio. Es como si la labor del arquitecto no acabara hasta que el fotógrafo
haya realizado sus imágenes.
La
fotografía arquitectónica debe basarse en una comprensión profunda y sensible
de la esencia misma de la arquitectura y ser vehículo, a su vez, para la
discusión y el debate real sobre la construcción del entorno.
Aún cuando en una muestra se trate de la visión
personal de un buen fotógrafo, no deja de ser un amplio espectro de buena
arquitectura que puede igualmente ser bien fotografiada. Ello puede contribuir a
despojar a la arquitectura del tópico carácter mítico que a menudo lleva
asociada.
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