Todo el mundo tiene interés por la felicidad.
Hay un cúmulo de asesoramientos sobre la felicidad.
Pero a pesar de todo, Daniel Kahneman sostiene que hay varios engaños o trampas de tipo cognitivo que hacen casi imposible pensar con claridad acerca de la felicidad.
Hay un cúmulo de asesoramientos sobre la felicidad.
Pero a pesar de todo, Daniel Kahneman sostiene que hay varios engaños o trampas de tipo cognitivo que hacen casi imposible pensar con claridad acerca de la felicidad.
La primera de esas añagazas es la reticencia a admitir la complejidad del término. Resulta que la palabra felicidad ya no es una palabra útil porque la aplicamos a demasiadas cosas diferentes. Hay un significado en particular al que podría restringirse, pero es algo a desechar porque tendremos que adoptar que la felicidad es más complicada de lo que es el bienestar.
El segundo embeleco es la confusión entre la experiencia y la memoria. En concreto entre estar contento en la vida y estar feliz con tu vida o valorar tu vida como feliz. Y estos son dos conceptos muy diferentes, y ambos están agrupados en la noción de felicidad.
Y la tercera engañifa, y esta es una trampa o ardid cognitivo fundamental, es la ilusión del enfoque. Consiste en el desafortunado hecho de que no podemos pensar en ninguna circunstancia que afecte al bienestar, sin distorsionar su importancia.
Es decir, es imposible no equivocarse.
Es decir, es imposible no equivocarse.
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