miércoles, 21 de noviembre de 2018

Una ciudad de película

Cualquier agencia de viajes te soluciona ya, en un abrir y cerrar de ojos, hasta la peregrinación más peregrina. Para alejarte de la insistente murga de tanto Capone de pacotilla en este país de todos los demonios urbanísticos, qué mejor que visitar en unos días festivos, la ciudad del verdadero personaje, Chicago. 
Aunque como casi no se encuentran allí sus huellas, lo abandonas y decides planear seguir en la ciudad el rastro de otro capo, realizador incluso de casas de contrabando, verdadero lieber Meister de la arquitectura (y piensas entonces que a los tres grandes del siglo XX les ha sobrado con concebir y ejecutar una vivienda, una iglesia y un museo). Pero el legado de Wright en Chicago es fundamentalmente periférico y no comprende esas obras famosas que toda persona mínimamente cultivada es capaz de identificar. 

 
                                   
Así pues, bien pertrechado de lápices, plumas y cuadernos para la aventura y con impedimenta adecuada contra ese frío lacustre tan traicionero, tras un brunch, sales a mediodía del hotel, un hotel de películas, tomas el tren en la estación, una estación de películas, y arribas en media hora al área suburbana de Oak Park para colmar tus expectativas sobre las casas de la pradera. Y en las pocas horas vespertinas de sol que faltan, pasearás un fascinante recorrido de menos de diez kilómetros en un lugar que concentra unos veinte años de actividad y unas veinte viviendas unifamiliares, creación de un verdadero artista cuya imagen no coincide con el personaje de ‘El Manantial’ como se viene sosteniendo. Fue su primera etapa dorada, antes de su primera crisis personal que le condujo a Europa. 

 
De la vivienda hasta el templo, de la familia a la comunidad, de la materia al espíritu, a través del tiempo y del espacio, en amena instrucción peripatética en la cual, no has podido sustraerte, te conviertes tú en guía de la guía oficial que te asignaron, estudiante becaria del I. I. T., que asombrada se prende del discurso (del que prometemos dar cuenta en otro sitio) que vas construyendo con las intuiciones que la mayéutica peregrinación va deparando.


Terminada la cual, cayendo ya la tarde, saturados de emociones artísticas y para intentar reparar tu disimulada soberbia, deberías invitar a tu encantada y encantadora acompañante a cenar una proverbial carne de vacuno en el restaurante de la planta alta del John Hancock Center, uno de los mayores rascacielos de la ciudad, viendo desde allí iluminada toda la inmensa área metropolitana de la urbe y a escuchar, tras pasear por la zona del Chicago Tribune, una sesión de blues en uno de los clásicos garitos de la calle Wabash en el Loop, donde alguna vieja gloria aún te deleita entre el humo y el bourbon, antes de retiraros al hotel.

Mis propuestas fueron aceptadas con complicidad creciente en todos y cada uno de sus términos. Los planes del día siguiente se veían seriamente interferidos, pero la noche se hacía joven y cálida y estaba saliendo la luna. ¿No sería una noche americana?

 2006

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Fragmentos de memoria.

 
[ by Google]

En una anterior visita a nuevas salas de exposición del Museo Nacional de Arte Moderno de París (Centre Pompidou), un arquitecto tuvo inconscientemente que fijar una atención especial en la maqueta real de un edificio, sugerente y emotivo, que no le pudo dejar indiferente. Además, por causas no aleatorias probablemente, era la única de las maquetas de la sala colgada verticalmente, como un relieve, y ello contribuyó a que su percepción fuese más nítida, con proyección y perspectiva singulares, y su lectura y entendimiento se presentasen entonces como una verdadera epifanía de la obra arquitectónica.

Y es que el Museo Judío de Daniel Libeskind en el Berlín moderno dibuja con su planta un auténtico alegato de cósmica denuncia, la estrella de David tan cercenada o rota es signo perdurable del no-olvido imnombrable, una señal de inmanente recuerdo de la sumisa permisión del dios de la crueldad y el holocausto. Signo sólo visible desde las latitudes de ese eterno Jehová, que no tendrá memoria, pero que no soportará el olvido de todo lo sufrido por los hombres...
Para el hombre, por contra, su lacerante alzado a ras de tierra supone sin embargo una proa insumisa, un tajo, un aullido que saja la vergüenza. O también, cual pétreo yacimiento, un formidable dique que telúrico surge del magma primigenio germinado de sangre, de dolores sin alma, de cadáveres...
Quién sus muros traspasa percibe una agonía, harapos desgarrados de mortaja, que al silencio transformará en memento.

Libeskind, en el terreno arquitectónico, puede haber llevado a cabo en este caso, la resignada tarea que Dmitri Shostakóvich se formuló en el campo musical: “Bach es imbatible en su terreno, nosotros sólo podemos vencerle... en rebeldía y en desgarro interior”.

Pero, tras esa consigna, esa shibbólet, ¿no nos obligará alguien, algún otro día, a tener que edificar otro museo del horror?

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martes, 6 de noviembre de 2018

Lecciones de Finlandia.

A. A. Universidad de Helsinki [google]


La arquitectura finlandesa presenta, como no podía ser menos, rasgos particulares. Ha sido la Naturaleza, en su sentido más genérico, la que la ha determinado de manera más profunda.
Finlandia meridional es un bosque continuo de coníferas. Las edificaciones se construyen, con materiales naturales, en los claros de ese bosque. Por otro lado, la vida cívica de los países fríos tiende a llevarse al interior de los edificios, que exigen, además, un vigoroso control de la luz natural y de la climatología externa. Los edificios pueden verse como nacidos del exterior, de la energía viva de su entorno. Y aunque las construcciones tengan un papel activo en el paisaje, el lugar debe también actuar sobre el edificio. Esta relación entre arquitectura y naturaleza no hace más que confirmar la autonomía del lenguaje arquitectónico.
Pero también en la arquitectura finesa ha representado un papel trascendental la Cultura, etimológicamente considerada.
Ello se manifiesta principalmente, en el importante núcleo de arquitectos finlandeses adscritos, críticamente, al movimiento moderno, al que supieron dotar de rasgos específicos incardinados en muchos casos en la tradición, respetando suficientemente la historia de la arquitectura para no tener necesidad de copiar sus ideas formales sino la lógica estructural y espacial de la misma.
El caso paradigmático de Alvar Aalto, cuya figura se proyecta, con luces y sombras, sobre todo el panorama arquitectónico finlandés hasta nuestros días, nos pone de manifiesto como su primigenio naturalismo que caminaba hacia una organicidad abstracta, se transforma en una síntesis tensa entre formas orgánicas, articulaciones geométricas y soluciones espaciales que, a pesar de su manierismo, es un factor de influencia, por la especifidad de su lenguaje, reconocido por la mayoría de los arquitectos.

Pero la arquitectura sólo puede ser comprendida a través de sus propias realizaciones. Una fotografía no puede nunca atrapar la sensación real suscitada por el espacio arquitectónico, aunque puede transmitir la imagen de los elementos que constituyen dicho espacio.
De todas formas, la visita del fotógrafo representa un momento culminante para un edificio. Es como si la labor del arquitecto no acabara hasta que el fotógrafo haya realizado sus imágenes.
La fotografía arquitectónica debe basarse en una comprensión profunda y sensible de la esencia misma de la arquitectura y ser vehículo, a su vez, para la discusión y el debate real sobre la construcción del entorno.
Aún cuando en una muestra se trate de la visión personal de un buen fotógrafo, no deja de ser un amplio espectro de buena arquitectura que puede igualmente ser bien fotografiada. Ello puede contribuir a despojar a la arquitectura del tópico carácter mítico que a menudo lleva asociada.

  

viernes, 2 de noviembre de 2018

Desahuciada por el arte.

Acaba de rolar el viento a N-NO, y las condiciones climatológicas permiten trabajar en el porche de la cabaña. La situación es la propicia para pergeñar la siguiente 'defloratio' prometida.
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Casa Vandamm. [“North by Northwest” 1959].

La hipótesis es que Hitchcock estaba interesado en la arquitectura de Frank Lloyd Wright. Sin embargo, por aquel entonces, Wright era el arquitecto de moda en EE.UU y el montante de sus honorarios se encontraba lejos de ser del ‘agrado’ de la productora. Ante esta situación, Hichtcock encomendó al equipo de Diseño de Producción, la conceptualización de una casa de montaña que se aproximara al estilo Wright, consciente de que tenía que ser fácilmente reconocible, pero eso sí… a un precio más asequible.
Los diseñadores del set de "North by Northwest" fueron el arquitecto Robert F. Boyle y el equipo de la ‘Metro Goldwyn Mayer’,  William A. Horning, Merrill Pye, Henry Grace, y Frank McKelvey. Hasta ahora resulta complicado descifrar quién fue el verdadero responsable del diseño de la casa Vandamm pero, quien quiera que fuese, hizo profesionalmente su trabajo.
Según el guion de la película, la vivienda estaría ubicada en la cima del monte Rushmore, (Dakota del Sur), pero construir allí era legalmente imposible debido al alto nivel de protección medioambiental del entorno, así que la ‘casa’ se materializó en Culver City, (California), en los estudios de la Metro.



El diseño final fue una vivienda unifamiliar de piedra en una colina, interiorizada y diseñada con fuerte remembranza del estilo moderno y orgánico de mitad de siglo XX de Frank Lloyd Wright. Morfológicamente, comparten con él, cualidades como la horizontalidad de sus plataformas, generando a través del equilibrio de esfuerzos vuelos tan exagerados como cautivadores. Destaca el detalle de un gran living vidriado sobre una losa de hormigón colocada estructuralmente en ‘voladizo’.
La casa fue justamente ‘localizada’ en la pendiente de la colina; Wright era famoso por sus casas en colinas y su recurrente: "como parte de la colina, no en la cumbre".
La vivienda, con el patio trasero en la ladera, con elementos estructurales potentes y con revestimiento de lajas de piedra caliza vista y una combinación de materiales como el vidrio y el hormigón que enmarcaban el living en voladizo, se dotó de un toque muy wrightiano, cabe decir. En cuanto a las texturas, la piedra caliza que viste los muros de carga parece haber sido extraída de una cantera similar a la usada por Wright, y no menos llamativa resulta la similitud en la modulación de las superficies vidriadas.
El lujo moderno de la vivienda se extendió incluso hasta el mobiliario. El decorado del living combinaba lo mejor del modernismo de 1958, modernismo escandinavo, lo que constituye un factor interesante. Ecléctico para ser precisos, por algunas piezas de arte chino y prominentes figuras de arte precolombino. Alfombras ‘Rukti’ en cada una de las áreas eran un uso común.

Sin embargo, a pesar de su fuerte influencia, había un particular detalle que no concordaba con un diseño cien por cien Wright; los soportes del voladizo eran enormes perfiles de acero estructural. Wright hubiese optado por una losa en voladizo con apoyos libres, tal como lo hizo en "Fallingwater", pero muy pocos espectadores de la extensa audiencia de la película de Hitchcock hubiese dado con ese detalle.
Es posible también que la exigencia de esta audiencia en masa, para la época de "North by Northwest", obligara al uso de soportes triangulares; Hitchcock probablemente hubiese pensado que un diseño auténtico de un voladizo puro Wright, hubiese distraído a los espectadores de la trama, haciéndoles romperse la cabeza tratando de deducir como demonios se soportaba el peso de la vivienda bajo esas condiciones de estática, en vez de enfocar su atención en la acción. De hecho esos perfiles de acero significaron más que una pieza del set y convinieron en algún momento de la trama, al ayudar a Cary Grant a escalar hasta la casa.

Realmente, de la casa lo único que verdaderamente fue construido fueron los interiores y alguna sección de los alzados. Sólo se reprodujeron la sala de estar, parte de un ala de la habitación principal, el garaje, y parte de la ladera donde se apoyaban los perfiles estructurales que soportaban el living en voladizo. Para las escenas indoor, se preparó un decorado a base de yeso, a excepción de las zonas que iban a ser objeto de planos cortos, donde no se escatimó en colocar piedra caliza natural. Los exteriores se compusieron con una técnica analógica llamada “matte-painting”, que combina pinturas mate de gran formato con escenas reales.
Un set casi expresionista, adaptado a la época.
A pesar de que nunca existió, logró recrear el ambiente perfecto para desarrollar la trama, oscura, vanguardista, mecánica y fría dada por Hitchcock. 
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domingo, 28 de octubre de 2018

lunes, 24 de septiembre de 2018

Otoño políticamente incorrecto.


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PARA UNA TOPOGRAFÍA DE LA SOBERBIA ESPAÑOLA
(BREVE ANÁLISIS DE UNA PASIÓN)
 
“Desde hace años, la pleamar del estío me empuja hacia la tierra vasca. Y siempre, al renovar el contacto con esta fuerte raza, surge en mí el mismo proyecto: escribir algo sobre la soberbia española. Por la ruta que de Castilla conduce a Vasconia se encuentra en Castil de Peones, poco antes de Briviesca, la primera casa vasca. Es un cubo de piedra sin más adorno que un alero y un escudo. Parece el alero premeditado exclusivamente para guarecer el escudo. ¿Qué razón hay para que una y otra vez, al sesgar por delante de esta arquitectura, reaparezca en mi meditación el tema de la soberbia española?
No se trata de una mera asociación de ideas, como tal caprichosa y privada. Entre la idea de la soberbia española y la imagen plástica de la casa hidalga vascongada actúan claras conexiones, llenas de sentido, que es interesante escrutar y describir.
La soberbia es nuestra pasión nacional, nuestro pecado capital (…) Esta soberbia adquiere en algunas regiones peninsulares, sobre todo en Vasconia, formas extremas que no carecen de grandeza trascendente. El breve análisis que sigue puede servir de contribución para que un día se haga la topografía de la soberbia española. Este vicio étnico se extiende por todo el territorio modulado en los giros más diversos, sólo aparente en unas tierras, sólo subterráneo en otras. Pero yo creo que en el pueblo vasco se encuentra su fórmula más pura y como clásica. El que ha visto bien la soberbia vasca tiene una clave para penetrar en las demás soberbias peninsulares y puede abrir la poterna que cierra los sótanos de la historia de España.
Mas ¿qué es la soberbia? (…)
Hay hombres que se atribuyen un determinado valor -más alto o más bajo-mirándose a sí mismos, juzgando por su propio sentir sobre sí mismos. Llamemos a esto valoración espontánea. Hay otros que se valoran a sí mismos mirando antes a los demás y viendo el juicio que a éstos merecen. Llamemos a esto valoración refleja (…) Para los unos, lo decisivo es la estimación en que se tengan; para los otros, la estimación en que sean tenidos. La soberbia sólo se produce en individuos del primer tipo; la vanidad, en los del segundo. (…)
El puro soberbio se basta a sí mismo, claro es que porque ignora lo ajeno. De aquí que las almas soberbias suelan ser herméticas, cerradas a lo exterior, sin curiosidad, que es una especie de activa porosidad mental (…) Las razas soberbias son consecuentemente dignas, pero angostas de caletre e incapaces de gozarse en la vida. (…)
El vasco cree que por el mero hecho de haber nacido y ser individuo humano vale ya cuanto es posible valer en el mundo (…) En el vasco, la afirmación que cada sujeto hace de sí mismo, fundado en los valores ínfimos humanos, carece de todo fondo y atmósfera ideológicas o religiosas. Es una afirmación que se nutre exclusivamente de la energía individual, que vive en seco de sí misma y equivale a una declaración audaz de democracia metafísica, de igualitarismo trascendente (…) En rigor, dentro de su mundo hermético y solipsista -cada vasco vive encerrado dentro de sí mismo como un crustáceo espiritual- es el superior y aun el único (…) De los grupos étnicos peninsulares, sólo el vasco, a mi juicio, conserva aún vigorosas las disciplinas internas de una raza no gastada (…)
La soberbia vasca -y en general española- no engendrará de sólito más que pequeños hidalgos que anidan solitarios en su cubo de piedra, como el constructor de esta casa en Castil de Peones, ni choza ni palacio, la primera de estilo vascón que se topa conforme vamos de Castilla al golfo vizcaíno”.
José Ortega y Gasset
Revista de Occidente, septiembre, 1923.


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Como escribe su secretario Fernando Vela en el prólogo del libro* que recopila colaboraciones de Ortega en la ‘Revista de Occidente’, una producción selecta suya habría ido a recalar en las páginas de la revista, pero algunos de estos ensayos se han quedado enigmáticos (o generadores de dudas, como el de 1923 que se transcribe arriba) y cuando le pedía que los continuase el filósofo le contestaba: “¡Hombre! Me obliga usted a leer lo que he escrito. Como a usted le consta, eso no lo he hecho casi nunca”.
En todo caso, Ortega ha sido el mayor ‘suscitador de temas’ entre los pensadores españoles de su tiempo y como dejó escrito en una nota a pie de página en el número de julio de 1925 en su revista:
“Existe hoy en el mundo un grupo de hombres, dentro del cual me enorgullece encontrarme, que hace frente a la tradición empirista, según la cual todo acontece al azar y sin forma unitaria, aquí y ahora de un modo, allá y luego de otro, sin que quepa hallar otra ley de las cosas que el más o menos de la inducción estadística (…) Yo espero mantener siempre lejos de mí el rebajamiento intelectual que suscita ese modo de pensar y tanto halaga a las mentes inertes. La misión última del intelecto será siempre cazar la «esencia», es decir, el modo único de ser cada realidad”.

* Ortega y Gasset, J (1949).- Goethe desde dentro. 2ª ed. Revista de Occidente, Madrid