Esto
sería una primera aproximación, escribe Postone, ya que, aunque esa
personificación se haya descrito, no se ha explicado en términos de teoría del
conocimiento. Por otra parte, se han realizado intentos de dar
cuenta de la idea antisemita según la cual los judíos estarían detrás de la
socialdemocracia y del comunismo.
O
interpretar el antisemitismo moderno como una revuelta contra la
modernidad. Sería preciso, en todo caso, una aproximación que distinga lo que
es el capitalismo moderno y la forma bajo la que aparece, es decir que haga la
distinción entre su esencia y su apariencia.
Esta
reflexión llevaría al concepto marxiano de fetiche, concepto que
constituye la base de una teoría histórica del conocimiento basada en la
distinción entre la esencia de las relaciones capitalistas y las formas
fenoménicas de éstas. Al concepto de fetiche precede, en Marx, el análisis de
la mercancía, del dinero o del capital,
en cuanto que constituyen las formas de las relaciones sociales.
Anota aquí Postone,
que las categorías de Marx en El Capital
deben ser entendidas como las formas a través de las cuales se expresan las
relaciones sociales específicas reificadas y los modos de pensamiento que les
corresponden. Enfoque diferente de la principal corriente marxista, que concibe
estas categorías como un fenómeno de la superestructura, derivado de los
intereses y las necesidades de las clases.
Las
formas capitalistas de las relaciones sociales aparecen bajo una forma
objetivada. Puesto que, en el capitalismo, el trabajo tiene también la función de
una mediación social (‘trabajo abstracto’), la mercancía no sería sólo un
objeto de uso en la que está objetivado un trabajo concreto, sino que
encarnaría también relaciones sociales. En el capitalismo las mercancías son en
sí mismas mediación social que reemplaza las relaciones sociales inmediatas. La
mercancía tendría un ‘doble carácter’ al mismo tiempo, valor y valor de uso.
Las relaciones sociales capitalistas formarían un sistema de dominación y de
represión que, en cuanto social, sería impersonal, un sistema que sería
‘objetivo’ y que por tanto parecería natural. Esta dimensión social es la que
determinaría las mercancías y su modo de producción. El fetiche remitiría
entonces a formas de pensamiento que se basan en formas fenoménicas de las
relaciones sociales.
Cuando
se consideran las características del poder que el antisemitismo moderno
atribuye a los judíos se observa que se trata de características de una de las
dimensiones de las formas sociales que Marx analizó: el valor. Y que además
toma la forma de un soporte material, la mercancía.
Para
saber por qué el antisemitismo moderno guardaba silencio sobre la tecnología
moderna mientras se rebelaba contra la ’modernidad’, es indispensable, según
Postone, analizar el modo en que las relaciones sociales capitalistas aparecen.
La
tensión dialéctica que existe entre el valor y el valor de uso en la forma
mercancía se exterioriza, ya como dinero (forma fenoménica del valor), ya como
mercancía (forma fenoménica del valor de uso). Pero por más que la mercancía
sea una forma social que conlleva tanto el valor como el valor de uso, el
resultado de esa exteriorización es que la mercancía aparece sólo en su
dimensión de valor de uso, es decir, como puramente material. Habría perdido,
pues, su dimensión social. Por otra parte, el dinero se presenta como la
manifestación de lo abstracto en lugar de presentarse como la forma fenoménica
del valor de la propia mercancía. La forma de las relaciones sociales
objetivadas propia del capitalismo se muestra como oposición entre el dinero
como lo abstracto y la naturaleza material como lo concreto. Las relaciones
sociales capitalistas sólo parecerían encontrar, pues, su expresión en la
dimensión abstracta.
Uno
de los aspectos del fetiche es que las relaciones sociales capitalistas se
manifiestan de forma antinómica, como oposición de lo abstracto y lo concreto.
Cada una de las dos caras de la antinomia aparece como casi natural. La
estructura de las relaciones sociales alienadas propia del capitalismo tiene la
forma de una antinomia casi natural en la que lo social y lo histórico ya no
aparecen.
[…]
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