miércoles, 27 de agosto de 2014

Especificidad del antisemitismo [y III].


III)
Esa antinomia vuelve a encontrarse, aclara Postone, en la oposición entre el pensamiento positivista y el pensamiento romántico. Se pueden examinar esas formas de romanticismo y de revuelta que, creyéndose antiburguesas, permanecen prisioneras de la antinomia de las relaciones sociales capitalistas.
Las formas del pensamiento anticapitalista prisioneras tienden a no comprender el capitalismo más que bajo la forma de las manifestaciones de su dimensión abstracta, Proudhon por ejemplo.
Con la evolución del capitalismo, la naturalización inherente al fetichismo de la mercancía adquiere nuevas dimensiones.
El capital aparecía como proceso puramente abstracto. El trabajo individual se conviertiría cada vez más en el componente de un sistema dinámico más amplio que englobaría tanto al hombre como a la máquina y cuya finalidad sería la producción por la producción.
La naturalización de las relaciones sociales inherente al fetiche fue crecientemente interpretada en términos biológicos. El fetiche adoptó la forma de procesos orgánicos. Del mismo modo que el proceso histórico, la sociedad fue crecientemente comprendida con terminología biológica. E hizo aparecer la producción industrial como un proceso exclusivamente creativo. Lo concreto se manifiestaría entonces como orgánico. De esa forma el capital industrial podía aparecer como descendiente directo del trabajo artesanal y ‘natural’, por oposición al capital financiero ‘cosmopolita’ y ‘parásito’. El conjunto social sería percibido como comunidad, como unidad orgánica superior. El capital en sí mismo se identificaría con el capital financiero. Desde esta perspectiva, la ideología biologista, que es un tipo de ‘anticapitalismo’ fetichista, no estaría en contradicción con la exaltación del capital industrial y de su tecnología. Acota Postone que son las teorías que presentan al nacionalsocialismo como ‘antimoderno’ las que no pueden explicar la relación positiva que una ideología ‘irracionalista’ y ‘biológica’ mantienen con la ratio de la tecnología y de la industria.
El fetiche hizo aparecer lo ’natural’ como la ‘esencia’ o lo ‘original’, y la evolución histórica como lo ’artificial’. Tal forma de pensamiento acompaña la evolución del capitalismo industrial. Son la expresión de ese fetiche antinómico que engendra la idea según la cual lo concreto es ‘natural’, y presenta, pues, la ‘naturaleza’ social de manera que sea percibida como biológica. Surgió cuando el capitalismo liberal pasa a ser capitalismo industrial burocrático. En esa forma de ‘anticapitalismo’ encontramos un ataque unilateral contra la razón abstracta y, en otro ámbito, contra el capital financiero.
Es en el ámbito del fetiche-capital, cuando va a biologizarse el aspecto abstracto, percibido bajo la figura del judío. De este modo la oposición de lo concreto y de lo abstracto, de lo ‘natural’ y de lo ’artificial’, se transforma en oposición racial entre el ario y el judío. El antisemitismo moderno consistiría en la biologización del capitalismo tomado bajo la forma de lo abstracto fenoménico, biologización que transforma el capitalismo en judaísmo internacional.
Según la interpretación de Postone, los judíos eran identificados con el capitalismo en general. Esa visión fetichizante excluía en su aprehensión del capitalismo todos los aspectos concretos tales como la industria y la tecnología. El capitalismo ya no aparecía más que como lo abstracto, responsable de toda la serie de transformaciones sociales y culturales concretas que acompañan la industrialización rápida. Los judíos no sólo eran considerados como los representantes del capital, sino que se convertían más bien en las personificaciones de la dominación internacional, destructiva y poderosa del capital.
Ciertas formas de descontento ‘anticapitalista’ contra la dimensión abstracta fenoménica del capital, tomó la forma de una revuelta contra los judíos. La supresión del capitalismo y de sus efectos negativos fue identificada con la supresión de los judíos.
Se ha evidenciado así el vínculo entre el antisemitismo y ese tipo de ‘anticapitalismo’ que influenció al nacionalsocialismo. “¿Por qué se focalizó en los judíos?” pregunta ahora Postone.
La expansión rápida del capital industrial coincidió con la emancipación política y social de los judíos en Europa central. Y éstos fueron rápidamente absorbidos por la sociedad civil.
También, la sociedad burguesa se ha caracterizado por la separación entre Estado (política) y sociedad (civil). Y en cuanto al individuo, como separación del ciudadano y de la persona. Como ciudadano, el individuo es abstracto. Como persona, el individuo es concreto y se inscribe en las relaciones de clase reales que surgen de la sociedad civil.
En Europa, la nación no era sólo una entidad política; estaba también determinada por una historia, una lengua, etc. En este sentido, los judíos eran ciudadanos europeos, pero no auténticos europeos. Pertenecían en abstracto a las naciones, pero raramente en concreto a ellas. Esa abstracción se identificó con los judíos, que fueron percibidos como abstractos, cosmopolitas.

El antisemitismo moderno es, pues, una forma nociva del fetiche. Su peligro reside en que propone una visión global del mundo que parece explicar ciertas formas de insatisfacción anticapitalista. Pero en lugar de atacar el capitalismo en sí mismo, el antisemitismo moderno sólo ataca la supuesta personificación de éste. Comprender estos términos, permite a Postone, interpretar el nazismo como un anticapitalismo truncado. Si su característica es el odio a lo abstracto, el antisemitismo se fija la misión de librar al mundo de la fuente de todos los males aniquilando a los judíos.
El exterminio del judaísmo europeo señala que sería demasiado simple definir el nazismo como un movimiento de masas anticapitalistas despojado de ese matiz ideológico. Por una parte, las formas ideológicas no son simples manipulaciones de la conciencia. Por otra, tal concepción ignora hasta qué punto una visión antisemita les estaba intrínsecamente ligada. Los nazis no renunciaron a la actitud fundamental del antisemitismo: la fuente de todos los males era lo judío.



Las consecuencias son evidentes. La fábrica capitalista es un lugar donde se produce valor, producción de bienes. Contrariamente, los campos de exterminio eran una fábrica de ‘destruir valor’, de destruir las personificaciones de lo abstracto. Su organización era la de un proceso industrial diabólico cuyo objetivo era ‘liberar’ lo concreto de lo abstracto. El primer paso para hacer realidad ese objetivo consistía en deshumanizar a los judíos para mostrarlos tal como abstracciones. El segundo paso consistía en exterminar esas abstracciones, en transformarlas en humo, pero también en intentar recuperar sus últimos vestigios de ‘valor de uso’ material y concreto.
Auschwitz fue la verdadera ‘transformación’ aparente no sólo de un orden político, sino de la formación social existente. Y ese acto tenía que preservar el mundo de la tiranía de lo abstracto. Llevándolo a cabo, concluye Postone, los nazis se ‘liberaron’ a sí mismos de la humanidad.




[*] Postone, M.- ‘La lógica del antisemitismo’. En M. Postone, J. Wajnsztejn, B. Schulze, La crisis del Estado-Nación. Antisemitismo-Racismo-Xenofobia. Alikornio ediciones. Barcelona, 2001.

Nota:
 · El original de este ensayo apareció bajo el título 'Anti-Semitism and National Socialism' ("El antisemitismo y el nacionalsocialismo") en Anson Rabinbach y Jack Zipes (ed.), Germans and Jews since the Holocaust, Nueva York-Londres, Holmes & Meier, 1986 pp. 302-314. La versión alemana, que difiere ligeramente de la citada, fue publicada bajo el título de 'Logik des Antisemitismus' en Dan Diner (ed.), Zivilisationsbruch. Denken nach Auschwitz, Frankfurt, Fischer, 1988, pp. 242-254.

· También se encuentra el ensayo en Rev. Temps Critiques. nº 2. Otoño 1990.



[Todas las imágenes están tomadas de Google]

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