Esa
antinomia vuelve a encontrarse, aclara Postone, en la oposición entre el
pensamiento positivista y el pensamiento romántico. Se pueden examinar esas
formas de romanticismo y de revuelta que, creyéndose antiburguesas, permanecen
prisioneras de la antinomia de las relaciones sociales capitalistas.
Las
formas del pensamiento anticapitalista prisioneras tienden a no comprender el
capitalismo más que bajo la forma de las manifestaciones de su dimensión
abstracta, Proudhon por ejemplo.
Con
la evolución del capitalismo, la naturalización inherente al fetichismo de la
mercancía adquiere nuevas dimensiones.
El
capital aparecía como proceso puramente abstracto. El trabajo individual se conviertiría
cada vez más en el componente de un sistema dinámico más amplio que englobaría
tanto al hombre como a la máquina y cuya finalidad sería la producción por la
producción.
La
naturalización de las relaciones sociales inherente al fetiche fue crecientemente
interpretada en términos biológicos. El fetiche adoptó la forma de procesos
orgánicos. Del mismo modo que el proceso histórico, la sociedad fue
crecientemente comprendida con terminología biológica. E hizo aparecer la
producción industrial como un proceso exclusivamente creativo. Lo concreto se
manifiestaría entonces como orgánico. De esa forma el capital industrial podía
aparecer como descendiente directo del trabajo artesanal y ‘natural’, por
oposición al capital financiero ‘cosmopolita’ y ‘parásito’. El conjunto social
sería percibido como comunidad, como unidad orgánica superior. El capital en sí
mismo se identificaría con el capital financiero. Desde esta perspectiva, la
ideología biologista, que es un tipo de ‘anticapitalismo’ fetichista, no estaría
en contradicción con la exaltación del capital industrial y de su tecnología. Acota
Postone que son las teorías que
presentan al nacionalsocialismo como ‘antimoderno’ las que no
pueden explicar la relación positiva que una ideología ‘irracionalista’ y ‘biológica’
mantienen con la ratio
de la tecnología y de la industria.
El
fetiche hizo aparecer lo ’natural’ como la ‘esencia’ o lo ‘original’, y la
evolución histórica como lo ’artificial’. Tal forma de pensamiento acompaña la
evolución del capitalismo industrial. Son la expresión de ese fetiche
antinómico que engendra la idea según la cual lo concreto es ‘natural’, y
presenta, pues, la ‘naturaleza’ social de manera que sea percibida como
biológica. Surgió cuando el capitalismo liberal pasa a ser capitalismo
industrial burocrático. En esa forma de ‘anticapitalismo’ encontramos un ataque
unilateral contra la razón abstracta y, en otro ámbito, contra el capital
financiero.
Es en
el ámbito del fetiche-capital, cuando va a biologizarse el aspecto abstracto,
percibido bajo la figura del judío. De este modo la oposición de lo concreto y
de lo abstracto, de lo ‘natural’ y de lo ’artificial’, se transforma en
oposición racial entre el ario y el judío. El antisemitismo moderno consistiría en
la biologización del capitalismo tomado bajo la forma de lo abstracto
fenoménico, biologización que transforma el capitalismo en judaísmo
internacional.
Según
la interpretación de Postone, los judíos eran identificados con el capitalismo
en general. Esa visión fetichizante excluía en su aprehensión del capitalismo
todos los aspectos concretos tales como la industria y la tecnología. El
capitalismo ya no aparecía más que como lo abstracto, responsable de toda la
serie de transformaciones sociales y culturales concretas que acompañan la
industrialización rápida. Los judíos no sólo eran considerados como los
representantes del capital, sino que se convertían más bien en las
personificaciones de la dominación internacional, destructiva y poderosa del
capital.
Ciertas
formas de descontento ‘anticapitalista’ contra la dimensión abstracta
fenoménica del capital, tomó la forma de una revuelta contra los judíos. La
supresión del capitalismo y de sus efectos negativos fue identificada con la
supresión de los judíos.
Se
ha evidenciado así el vínculo entre el antisemitismo y ese tipo de
‘anticapitalismo’ que influenció al nacionalsocialismo. “¿Por qué se focalizó en los judíos?” pregunta ahora Postone.
La
expansión rápida del capital industrial coincidió con la emancipación política
y social de los judíos en Europa central. Y éstos fueron rápidamente absorbidos
por la sociedad civil.
También,
la sociedad burguesa se ha caracterizado por la separación entre Estado (política)
y sociedad (civil). Y en cuanto al individuo, como separación del ciudadano y
de la persona. Como ciudadano, el individuo es abstracto. Como persona, el
individuo es concreto y se inscribe en las relaciones de clase reales que
surgen de la sociedad civil.
En
Europa, la nación no era sólo una entidad política; estaba también determinada
por una historia, una lengua, etc. En este sentido, los judíos eran ciudadanos
europeos, pero no auténticos europeos. Pertenecían en abstracto a las naciones,
pero raramente en concreto a ellas. Esa abstracción se identificó con los
judíos, que fueron percibidos como abstractos, cosmopolitas.
El antisemitismo moderno es, pues, una forma nociva del fetiche. Su peligro reside en que propone una visión global del mundo que parece explicar ciertas formas de insatisfacción anticapitalista. Pero en lugar de atacar el capitalismo en sí mismo, el antisemitismo moderno sólo ataca la supuesta personificación de éste. Comprender estos términos, permite a Postone, interpretar el nazismo como un anticapitalismo truncado. Si su característica es el odio a lo abstracto, el antisemitismo se fija la misión de librar al mundo de la fuente de todos los males aniquilando a los judíos.
El
exterminio del judaísmo europeo señala que sería demasiado simple definir el
nazismo como un movimiento de masas anticapitalistas despojado de ese matiz
ideológico. Por una parte, las formas ideológicas no son simples manipulaciones
de la conciencia. Por otra, tal concepción ignora hasta qué punto una visión antisemita
les estaba intrínsecamente ligada. Los nazis no renunciaron a la actitud
fundamental del antisemitismo: la fuente de todos los males era lo judío.
Auschwitz
fue la verdadera ‘transformación’ aparente no sólo de un orden político, sino
de la formación social existente. Y ese acto tenía que preservar el mundo de la
tiranía de lo abstracto. Llevándolo a cabo, concluye Postone, los nazis se
‘liberaron’ a sí mismos de la humanidad.
[*] Postone, M.- ‘La lógica del antisemitismo’. En M. Postone, J. Wajnsztejn, B.
Schulze, La crisis del Estado-Nación. Antisemitismo-Racismo-Xenofobia. Alikornio
ediciones. Barcelona, 2001.
Nota:
· El original de este ensayo apareció bajo el título 'Anti-Semitism
and National Socialism' ("El
antisemitismo y el nacionalsocialismo") en Anson Rabinbach
y Jack Zipes (ed.),
Germans and Jews since the Holocaust, Nueva York-Londres,
Holmes & Meier, 1986 pp. 302-314.
La versión alemana, que difiere ligeramente
de la citada, fue publicada bajo el título de 'Logik
des Antisemitismus' en Dan Diner (ed.), Zivilisationsbruch. Denken nach Auschwitz, Frankfurt, Fischer, 1988,
pp. 242-254.
· También se
encuentra el ensayo en Rev. Temps Critiques. nº 2. Otoño 1990.
[Todas las imágenes están tomadas de Google]
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