Si
una de las grandes conquistas del capitalismo es haber convertido la tortura
del tiempo en medida normal de la actividad humana, el
proceso es equivalente a la transformación de las medidas del espacio.
El
sistema métrico fue introducido en 1795 por la Revolución francesa. Las medidas
espaciales que tomaban por referencia el cuerpo humano (pies,
codos, etc.) se reemplazaron por la medida abstracta del metro. Esa unificación
abstracta de las medidas del espacio correspondía a la cosmovisión mecanicista
de la física newtoniana, que a su vez inspiró las teorías mecanicistas de la
economía de mercado de Adam Smith.
Las
medidas abstractas del espacio y del tiempo se han convertido en forma común de
la máquina universal física y la económica, tanto del universo como de la
producción de mercancías. Como hemos visto, gracias al tiempo continuo de la
astronomía se hizo posible prolongar el día del trabajo abstracto hasta altas
horas de la noche, devorando las horas de descanso. Así se logró separar el
tiempo abstracto de las
cosas y circunstancias concretas.
Por
otro lado, la racionalidad abstracta de la economía empresarial
‘desmaterializa’ el entorno, lo desdimensiona y desproporciona, en tanto que
fuerza a la materia y sus vínculos a someterse a los criterios de rentabilidad.
Y añade Kurz, ejemplarizando esa
cuestión en la materia construida que son las edificaciones, objeto de deseo también de Scheerbart -al que arquitecto Bruno Taut llamó el
‘único poeta de la arquitectura’-:
“Si los edificios antiguos a veces nos parecen
más bellos y más acogedores que los modernos, y si luego observamos que
aquellos, en comparación con los edificios ‘funcionalistas’ (sic) de hoy, parecen mostrar además ciertas
irregularidades, eso se debe a que sus medidas son las del cuerpo humano y que
sus formas a menudo se ajustan al paisaje circundante. La arquitectura moderna
emplea, por el contrario, las medidas astronómicas del espacio y unas formas ‘descontextualizadas’, desgajadas del
entorno. Lo mismo vale para el tiempo. También la arquitectura moderna del
tiempo es una arquitectura desproporcionada y descontextualizada. No sólo el
espacio se ha vuelto feo, sino también el tiempo”.
B. Taut. Pabellón de Cristal para la
Exposición Werkbund. Colonia, 1914.
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