[© Cesar Lucas]
También
nos agrega Kurz que en
la Antigüedad y la Edad Media la cantidad de tiempo destinada a la producción
era mucho más reducida que bajo el capitalismo. Sólo en la gloriosa modernidad
los tiempos festivos han venido reduciéndose cada vez más para
ensanchar el espacio-tiempo del trabajo. Con las experiencias del siglo xx
se han desvanecido poco a poco la utopía socialista del trabajo. Los seres
humanos capitalistas intentan refugiarse cada vez más en una utopía
individualizada del tiempo libre. El mismo capitalismo ha colonizado el tiempo
de ocio como mero complemento del tiempo de trabajo.
El tiempo libre no es tiempo liberado sino un espacio funcional secundario del capital. Un tiempo funcionalizado al servicio del consumo permanente de mercancías. La industria de la cultura y del ocio va formando nuevas esferas de trabajo. El propio tiempo libre acaba siendo asimilado al tiempo de trabajo. El hombre capitalista de hoy es trabajador no sólo cuando está ganando dinero sino también cuando lo gasta. En el capitalismo actual la expropiación del tiempo (*) de la vida se expresa, de manera paradójica, en la ‘falta de tiempo’.
El tiempo libre no es tiempo liberado sino un espacio funcional secundario del capital. Un tiempo funcionalizado al servicio del consumo permanente de mercancías. La industria de la cultura y del ocio va formando nuevas esferas de trabajo. El propio tiempo libre acaba siendo asimilado al tiempo de trabajo. El hombre capitalista de hoy es trabajador no sólo cuando está ganando dinero sino también cuando lo gasta. En el capitalismo actual la expropiación del tiempo (*) de la vida se expresa, de manera paradójica, en la ‘falta de tiempo’.
La
contradicción de este modo absurdo de producción y de
vida se muestra ya como realidad del desempleo. El desempleo bajo el
capitalismo ni siquiera es tiempo libre sino únicamente tiempo de pobreza. El
trabajo de los parados consiste en el penoso deber de buscar otro trabajo.
Desde
que la utopía del tiempo libre ha fracasado, la protesta sólo podría ya
consistir en el rechazo del entero sistema de referencias. El inmenso
desarrollo de las fuerzas productivas de la modernidad no ha servido para otra
cosa que la erradicación casi total del ocio libre. Únicamente se puede ya atacar el
capitalismo atacando el trabajo mismo.
Para
ello conviene consultar una vez más a Marx, al que los ‘marxistas del trabajo’
siempre han pasado por alto:
”El trabajo es por esencia la actividad carente
de libertad (…) cuyo resultado es la propiedad privada. La superación de la
propiedad privada, sólo será realidad cuando se la conciba como superación del
trabajo”.
(*) Sobre el mismo tema vide ibíd. la reseña sobre Rubin y Postone :
(*) Sobre el mismo tema vide ibíd. la reseña sobre Rubin y Postone :
Jappe A.- ‘Junto a Marx, contra el trabajo’. en A.A.V.V.
Pensar desde la izquierda. Errata Naturae Ed.
Madrid, 2012.
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