lunes, 25 de agosto de 2014

Especificidad del antisemitismo [II].


II)
Esto sería una primera aproximación, escribe Postone, ya que, aunque esa personificación se haya descrito, no se ha explicado en términos de teoría del conocimiento. Por otra parte, se han realizado intentos de dar cuenta de la idea antisemita según la cual los judíos estarían detrás de la socialdemocracia y del comunismo.
O interpretar el antisemitismo moderno como una revuelta contra la modernidad. Sería preciso, en todo caso, una aproximación que distinga lo que es el capitalismo moderno y la forma bajo la que aparece, es decir que haga la distinción entre su esencia y su apariencia.
Esta reflexión llevaría al concepto marxiano de fetiche, concepto que constituye la base de una teoría histórica del conocimiento basada en la distinción entre la esencia de las relaciones capitalistas y las formas fenoménicas de éstas. Al concepto de fetiche precede, en Marx, el análisis de la mercancía, del dinero o del capital,  en cuanto que constituyen las formas de las relaciones sociales.
 Anota aquí Postone, que las categorías de Marx en El Capital deben ser entendidas como las formas a través de las cuales se expresan las relaciones sociales específicas reificadas y los modos de pensamiento que les corresponden. Enfoque diferente de la principal corriente marxista, que concibe estas categorías como un fenómeno de la superestructura, derivado de los intereses y las necesidades de las clases.
Las formas capitalistas de las relaciones sociales aparecen bajo una forma objetivada. Puesto que, en el capitalismo, el trabajo tiene también la función de una mediación social (‘trabajo abstracto’), la mercancía no sería sólo un objeto de uso en la que está objetivado un trabajo concreto, sino que encarnaría también relaciones sociales. En el capitalismo las mercancías son en sí mismas mediación social que reemplaza las relaciones sociales inmediatas. La mercancía tendría un ‘doble carácter’ al mismo tiempo, valor y valor de uso. Las relaciones sociales capitalistas formarían un sistema de dominación y de represión que, en cuanto social, sería impersonal, un sistema que sería ‘objetivo’ y que por tanto parecería natural. Esta dimensión social es la que determinaría las mercancías y su modo de producción. El fetiche remitiría entonces a formas de pensamiento que se basan en formas fenoménicas de las relaciones sociales.
Cuando se consideran las características del poder que el antisemitismo moderno atribuye a los judíos se observa que se trata de características de una de las dimensiones de las formas sociales que Marx analizó: el valor. Y que además toma la forma de un soporte material, la mercancía.
Para saber por qué el antisemitismo moderno guardaba silencio sobre la tecnología moderna mientras se rebelaba contra la ’modernidad’, es indispensable, según Postone, analizar el modo en que las relaciones sociales capitalistas aparecen.
La tensión dialéctica que existe entre el valor y el valor de uso en la forma mercancía se exterioriza, ya como dinero (forma fenoménica del valor), ya como mercancía (forma fenoménica del valor de uso). Pero por más que la mercancía sea una forma social que conlleva tanto el valor como el valor de uso, el resultado de esa exteriorización es que la mercancía aparece sólo en su dimensión de valor de uso, es decir, como puramente material. Habría perdido, pues, su dimensión social. Por otra parte, el dinero se presenta como la manifestación de lo abstracto en lugar de presentarse como la forma fenoménica del valor de la propia mercancía. La forma de las relaciones sociales objetivadas propia del capitalismo se muestra como oposición entre el dinero como lo abstracto y la naturaleza material como lo concreto. Las relaciones sociales capitalistas sólo parecerían encontrar, pues, su expresión en la dimensión abstracta.
Uno de los aspectos del fetiche es que las relaciones sociales capitalistas se manifiestan de forma antinómica, como oposición de lo abstracto y lo concreto. Cada una de las dos caras de la antinomia aparece como casi natural. La estructura de las relaciones sociales alienadas propia del capitalismo tiene la forma de una antinomia casi natural en la que lo social y lo histórico ya no aparecen.



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