martes, 26 de mayo de 2020

Benjamin, productivista [I].


(Resulta inescapable tomar parte en la oscilación que nuestras sociedades experimentan entre el crimen del autoritarismo sistémico y la transformación revolucionaria. De un texto de M. Expósito). [*]

A fin de polemizar con el sector progresista cuyas lecturas de Benjamin despotencian los vectores más radicales de sus contribuciones originarias a una teoría estética materialista no especulativa, hay que refuncionalizar al autor alemán. Aquí se hace en tres partes relacionadas con la tesis de que hay que sostener que la tarea del arte vuelve a ser hoy, o bien contribuir a la autodestrucción de la humanidad alienada, o bien cooperar en la emancipación social mediante una práctica revolucionaria.

***

1. WALTER BENJAMIN, PRODUCTIVISTA.
El encuentro con Brecht causó en Benjamin un giro cuando se decidió a incorporar en su obra un marxismo antipositivista y la intensidad en su relación explica la beligerancia de Adorno contra el ensayo sobre la reproductibilidad técnica. Por ello, la tensión entre marxismo y mesianismo es consustancial al último Benjamin como un complejo inescindible.
La teoría estética de Walter Benjamin se basa principalmente en ‘La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica’. En su epílogo reprodujo la frase: “Hágase el arte y perezca el mundo”.
Lo que importaría, de acuerdo con Expósito, son los diferentes efectos sobre el espectador que la práctica del arte provoca, con o sin 'obras'. Benjamin buscaba oponer a la obra de arte tradicional -aurática- la obra de arte técnicamente reproductible, es decir, aquella cuya potencialidad de ser reproducida es un rasgo estructural y no externo a su modo de producción. Oponer, pues, los efectos que uno y otro tipo de obra producen en el sujeto. Si la inscripción de la obra aurática en la tradición se efectúa mediante su valor de culto, en el caso de la obra de arte reproductible la relación del espectador se establecería con el aparato técnico, en el seno de la política y de acuerdo con unas condiciones de recepción no individualizada.
En ese sentido, “el lector está siempre preparado para convertirse en escritor”, afirmaba Benjamin, y ello mediante la producción de un tipo de obra que pueda ser recibida de manera desacralizada y liberadora por un tercero. La transformación del autor en productor de una 'obra' que se articula en el interior de unas condiciones de recepción no auráticas, es la precondición para que el lector así socializado ejerza su propio trabajo de lectura emancipada.
El discurso de Benjamin se refiere a la pérdida del aura y al cambio de estatuto estético, social e histórico de la obra de arte. A cómo el arte se politiza. La politización de una práctica del arte donde el arte y la obra ya no son importantes como un fin, sino como un medio para la emancipación del sujeto en sociedad. Sin olvidar la íntima relación que una politización de la práctica artística ha de guardar con una praxis del cambio social.
Expósito menciona, como ejemplo, la referencia en Benjamin de Sergéi Tretiakóv, que fue un escritor bolchevique, que tradujo por primera vez a Bertolt Brecht al ruso, contribuyó a radicalizar la práctica estética de Eisenstein e inspiró directamente a Walter Benjamin su teoría productivista de la producción literaria.
En su diario en una comuna agrícola, un koljós, Tretiakóv escribió: “… sin un conocimiento exacto del arado, es imposible (…) ser el autor de ninguna obra”.
Menos de una década después, fue arrestado por la policía de Stalin y encarcelado. Hay quien dice que no fue ejecutado, que Tretiakóv se suicidó, pero como nadie puede escribir el último pensamiento de su propia vida, no sabremos la posible causa de ello.




[*] Vide Walter Benjamin, productivista. Marcelo Expósito. Ed. Consonni. Bilbao, 2013.
[sigue]

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