Benjamin
exige ir más allá de reordenar las instituciones existentes. No es suficiente,
insiste Raunig, tomar en consideración la posición del arte o del artista en el
proceso de producción. No es suficiente abastecer al aparato de producción
burgués con contenidos por revolucionarios que sean.
Benjamin
plantea la exigencia de “no abastecer al aparato de producción sin irlo
transformando al mismo tiempo”.
Se
trata de subvertir por completo las relaciones, la vida cotidiana, la
sociabilidad, etc.
Más
allá de la crítica de las instituciones se procura que las prácticas devengan
en instituciones prácticas instituyentes.
DÉCIMA.
La
práctica del arte político “nunca será sólo el trabajo sobre los productos,
sino ya, al mismo tiempo, el trabajo en los medios de producción”.
Las
competencias artísticas incluyen la habilidad de experimentar con formas de
organización, con formas de recomposición social. Diferenciándose, por parte
del capitalismo maquínico, de la producción procesual no orientada a la
realización de una obra final.
La
función organizadora del arte político no tiene que ver con modelar los
materiales en un proceso sin fin, sino que adquiere el carácter de producción
de nuevas formas de organización.
Se
trata, explica Raunig, de nuevas formas de organizar aparatos de producción
locales, pero también formas sociales de producción en red, como una manera de organización
múltiple.
La
socialidad surge precisamente en los intersticios de las máquinas sociales, mediáticas
y corporales. Producir lo múltiple significa concatenar esas máquinas.
[sigue]
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