Benjamin no expuso su estética de modo sistemático, como
es característico sus observaciones se dispersan en sus textos. Sin embargo,
sus ideas estéticas se concentran singularmente en el tema de la producción
poética de un contenido de verdad que libera energías revolucionarias.
Como recoge Sarlo, Iluminaciones I incluye un ensayo célebre: "El surrealismo. La última instantánea
de la inteligencia europea", de 1929, donde
aparece la fórmula de las ‘iluminaciones profanas’ que (en oposición a las
iluminaciones de la religión) muestran, en el trabajo poético de la imagen, la
unión de elementos aparentemente lejanos cuyo encuentro produce una revelación
y un impulso de reconversión del tiempo histórico. La iluminación profana capta
la existencia de algo no visto antes, como es la potencialidad de conocimiento de
lo estético. La condensación formal y semántica de la imagen produce un saber
que es social pero que sólo lo es a
través de lo artístico. Y este saber pone en movimiento un impulso
revolucionario, de redención del pasado en el presente.
La dimensión filosófica de la crítica literaria
benjaminiana se apoya en una trama de tesis que pertenecen a dos vertientes,
una materialista, la otra mesiánica. Según escribe Sarlo, ninguna de estas
vertientes prevalece del todo. Benjamin mantuvo siempre la tensión entre una
perspectiva materialista y una dimensión utópica, moral, que debe capturar en
el pasado la huella de la explotación (o de la barbarie, para decirlo con sus
palabras) para redimirla.
La articulación de ambas perspectivas vuelve densa,
convulsionada y muchas veces enigmática la ininterrumpida vocación
interpretativa de Benjamin. De su relación con el surrealismo conservó el
movimiento de leer el pasado como si fuera un sueño, donde lo viejo perdura como ruina y lo nuevo emerge como
fragmento.
Pensar el pasado del modo en que emerge, muchas veces
violentamente, en el presente. Descubrir de qué prehistoria está hecho el presente
que muestra, en lo arcaico, los desgarramientos y las deudas con el pasado. No
sin relación con su teoría de la memoria donde el olvido es más vasto y más
estructural que el recuerdo y donde el recuerdo es sólo una aventura.
El presente (el capitalismo) tiene siempre un carácter
enigmático y crítico. No es la histona el único enigma, sino la configuración
actual que se manifiesta desarticulada como una pesadilla. Su forma de
conocimiento es la imagen dialéctica. Entre estos dos extremos trabajó Benjamin,
el de la manifestación de la historia como paisaje en ruinas y el de su
conocimiento por medio de una escritura que fuera capaz de construir una imagen
en tensión.
Adorno y Benjamin debatieron de qué modo podía
construirse una mediación dialéctica entre los hechos materiales y los
discursos. Adorno pensaba que Benjamin era poco dialéctico, que construía sus
iluminaciones críticas uniendo extremos cuya articulación no exploraba
suficientemente.
En Poesía y capitalismo, los objetos que eligió Benjamin ponen de manifiesto una
originalidad radical. Nadie hasta entonces había pensado a la cultura tan
profundamente sumergida en su medio material y urbano.
Estos ensayos descubren pistas novedosas como la
captación de la dimensión cultural de las transformaciones materiales y urbanas
o el descubrimiento (no existe otra palabra más exacta) de que ciudad y
poesía moderna se implican como producciones simbólicas y se presuponen
como experiencia.
Sin embargo, Iluminaciones II prácticamente fue condensado en una
figura, la del flâneur, ese
paseante urbano, consumidor, neurasténico y un poco dandi que, para Benjamin,
sintetizaba la idea del anonimato en la ciudad moderna y en el mercado,
espacios donde se imponen nuevas condiciones de experiencia.
Con Simmel,
Benjamin compartió la sensibilidad moderna ante el shock producido en las metrópolis. Con
Simmel, percibió también ese movimiento en fuga donde todo se vuelve
transitorio.
Hay que recordar que las semejanzas le preocuparon tanto
en literatura como en teoría del lenguaje. La semejanza, para Benjamin, no es
identidad, porque, si lo fuera, perdería el carácter perturbador del parecido
para instalarse en el momento reconciliado de lo igual. Encontrar semejanzas es
construir una imagen crítica (en los dos sentidos de la palabra ‘crítica’).
Ya en el tercer
volumen de las Iluminaciones,
se incluye un texto citado hasta la extenuación, "El autor como
productor", donde Benjamin establece una hipótesis moderna y modernista
respecto de la relación entre literatura y sociedad, que la técnica literaria,
como concepto que supera la idea de forma y de tendencia ideológica de los
textos, hace posible un análisis materialista de la literatura.
[sigue]
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