Concluye Sarlo afirmando que los usos de Benjamin como
teórico de los estudios culturales y como teórico de un catecismo para aficionados
a la ciudad moderna han llegado a su límite. Benjamin nunca tuvo una confianza
filosófica plena en las nociones que fue presentando. Se trata más bien de
descubrimientos bajo la forma de la imagen, de la construcción narrativa o
poética de lo histórico. Aunque, por otra parte, son nociones fuertemente históricas.
La complejidad de Benjamin (ese rasgo vanguardista que
hace que nunca se lo encuentre donde se lo busca, ese fluir de sentido y de
contradicción que son sus textos) hace aún más admirable la operación de
canonización simplificadora a la cual se lo somete en sede académica, especialmente desde las lecturas de lo que hoy
llamamos estudios culturales y que tienden a convertirse en un capítulo de la
crítica literaria que se sirve de ellos para cerrar (mal) la discusión teórica
sobre literatura y dimensión
simbólica o material de las sociedades.
Y en esa república, la ciudad es, precisamente, capital.
La reproducción técnica, en sede académica pone a la ciudad como una especie de
imperativo de análisis, de unidad imprescindible. Por lo menos, no se la
estudia como Benjamin estudió al París del siglo XIX.
Entonces, lo que produce la moda de tema urbano es un
léxico, fundamentalmente. Esas fichas se juegan sobre cualquier ciudad, donde (como
en las mercancías del capitalismo cuya fantasmagoría interrogaba Benjamin) siempre
hay gentes que andan de un lado para el otro, siempre hay una historia que se está perdiendo y una memoria que trata
de construirse, siempre hay sujetos partidos que no terminan de reconocerse en ninguna
parte, siempre estos sujetos se las ingenian para usar el espacio construyendo sentidos,
siempre el uso del espacio construye sentidos, siempre hay algo de deriva algo
de determinación, siempre hay algo que pasa a lo privado y algo que se vuelve
público mediante nuevos usos. Idas y vueltas del lenguaje sobre la ciudad.
La banalización indiferente de Benjamin enseña poco, casi
únicamente un glosario. ¿Por qué no olvidar a Benjamin sin más trámite?
Porque los conflictos teóricos son quizás lo más interesante
de una empresa crítica, colocar las cosas donde puedan ser productivas. Por eso
escribió Benjamin: "Marx expone la
conexión causal entre economía y cultura. No se trata de exponer el origen económico de la cultura, sino
la expresión de la economía en la cultura, Se trata, dicho
de otro modo, de la tentativa de aferrar un proceso económico como un
protofenómeno bien visible".
[*] Siete ensayos sobre W. B. Beatriz Sarlo. Siglo XXI Ed. Buenos Aires, 2011
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