B) Goya.
También Mayer, en su completo estudio sobre el pintor
aragonés, polemiza con la interpretación errónea sobre la influencia de El
Greco -aunque no en su periodo inicial- en algunos cuadros ulteriores de Goya. Influencia que Beruete había
señalado en su monografía sobre Goya de 1915. Y nos indica por ejemplo que en
algunos de sus retratos tras 1805, la intensidad de la expresión y la
melancolía del colorido “están muy lejos
de la espiritualidad y del frío centelleo de las obras de Domenico
Theotocopuli”.
En su comparación como pintor religioso de Goya con El
Greco, Mayer, teniendo en cuenta la disímil concepción epocal del tema religioso,
considera que las obras del artista de Toledo producen un efecto poderosamente
espiritual, porque el artista se
eleva sobre un ambiente que le resulta extraño. “El cielo del Greco existe y se manifiesta a él naturalmente como
cielo” escribe el crítico alemán. Siendo
la estructura religiosa de sus obras contrapuesta a la de Goya.
Reitera también Mayer: “No
es posible considerar afines en algún aspecto las pinceladas de Goya y El
Greco, como Beruete ha manifestado”.
Y ello, aduce, por tres razones:
- primeramente, porque Goya no empleó la misma técnica en
todas las obras de su última época;
- en segundo lugar, porque se trata, en la mayoría de los
casos, de un procedimiento pictórico amplio y espatular, y no de la
breve y estrecha pincelada del Greco; y
- en tercer término porque,
escribe Mayer, “la dirección que Goya
imprime al pincel está tan lejana de la guía nerviosa y febril del Greco como
del propósito de fortificar mediante esta técnica del pincel el carácter atapizado…”
de su pintura.
Por todo ello, según Mayer: “Los cuadros del Greco no tienen ni la nota de colorido de los cuadros
de Goya ni el atrevimiento que nunca encontramos en los cuadros del
artista toledano”. [Subrayados nuestros].
(...)
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