La amistad.
Es
proverbial el dicho atribuido a Aristóteles: “O phíloi, oudeìs phílos” (“Oh amigos, no hay amigos”). En realidad
es una errata [así lo defiende Agamben en “El
amigo”*] ya que debería ser “Ôi
phíloi, oudeìs phílos” (“El que tiene -muchos- amigos, no tiene ninguno”).
(Ser
tu) amigo, si no es un término performativo es no-predicativo, ya que no tiene
una denotación objetiva. Reconocer a alguien como amigo significa no poder
reconocerlo como ‘algo’. La amistad no es una propiedad o una cualidad de un
sujeto. “Amigo” no es un predicado real adherido. Es un existencial y no un
categorial. Los amigos no
comparten algo: ellos están compartidos por la experiencia de la amistad. La
amistad es el compartir sin objeto.
En
la Ética nicomáquea**, Aristóteles
plantea un tratado de la amistad más en consonancia con la corrección del lema
apócrifo arriba citado. Allí escribe que el hombre virtuoso con-siente
(con-sentimiento) con el amigo como consigo mismo. El amigo es otro sí mismo, no un alter ego (otro yo) sino un héteros autós.
“Consentir que el amigo
existe en el tener en común acciones y pensamientos y en la convivencia.
Convivencia humana y no, como en el caso del ganado, por pacer en el mismo
prado” [Aristóteles].
*Anagrama, 2015.
** Gredos 1998.
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